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Capitulo 1: Cartas desde el asilo.. (Masakoy)
Capitulo 2 : Cartas desde el asilo: La posguerra
La Coruña, año 1940.
Esa mañana la Calle Real estaba abarrotada de personas de todo tipo. Muchachas bien paseando arriba y abajo, con sus abrigos de paño para soportar el duro invierno. Mujeres de mediana edad empujando cochecitos de niño, de color azul o negro, hombres fumando en pipa… podría decirse que aquella era una mañana de jueves normal.
Nadie miraba a los zagales con sus pantalones cortos, que iban de café en café a pedir las zurrapas para que sus abuelos pudieran saborear algo caliente, ni las colas al final de la calle para entregar las cartillas de racionamiento. Un cuartillo de leche y un chusco de pan.
Aquel invierno de posguerra también se presentaba duro. La hambruna lo gobernaba todo. Habían ganado la guerra. ¿Pero qué guerra y quienes? Los padres de familia debían trabajar horas y horas para ganarse el sustento, las crías de poca edad trabajaban en casas bien cuidando a sus hijos, solo por la comida, que escaseaba. Familias rotas por el exilio, quizás no vieran nunca más a sus seres queridos. No sabían cuánto duraría todo esto, era lo que había, y los supervivientes de la guerra se contentaban con haber salido de ella con una calidad mínima de vida. No conocían otra cosa, no habían traspasado las verjas para ver lo que se extendía detrás de ellas. ¿Guerra? Más allá de la frontera se libraba la gran guerra, pero era mejor dejarlo estar, aislados del resto del mundo, pero seguros.
María paseaba con sus amigas por la Calle Real, hacia la Plaza María Pita, habían quedado allí con unos muchachos, se hablaba entonces de la División Azul, voluntarios para ayudar a derrotar a los comunistas, que eran peor que el diablo.
El paseo había sido agradable, aunque hacía frío, había salido el sol tras unos días de nublados continuos, ya quedaba menos para del cambio de estación. Ellas, las chicas de la Sección Femenina, irían preparando los festejos de la primavera, con ofrendas de flores a la Virgen. Estaban ilusionadas por el acontecimiento, Mayo, el mes de la Virgen.
Llegaron a la Plaza y no habían llegado los chicos, por lo que esperaron un poco observando a su alrededor.
María creyó ver un rostro conocido. Cruzaba la plaza a toda velocidad, con dirección al puerto. Llevaba una gorra, sus ropas estaban manchadas de grasa o algo parecido, sus botas, si a lo que calzaba se le podían llamar botas, estaban totalmente destrozadas.
El corazón le dio un vuelco. No podía ser, aquel muchacho que la había salvado, aquel muchacho del que nunca volvió a saber, el que creía muerto, o desaparecido en el exilio. Se presentaba allí después de casi un año, en la ciudad donde vivía ahora, donde habían destinado a sus tíos, una familia burguesa de Galicia. ¿A qué se dedicaría aquel muchacho? ¿Qué haría allí?
Cuando lo llamó, era tarde, había desaparecido por una de las esquinas.
- Ahora vengo, esperarme aquí. – y María corrió hacia el puerto detrás de aquel muchacho. Las lágrimas volvían a correr por sus mejillas después de tanto tiempo.
3 comentarios:
Fueron tiempos muy difíciles. Aquí se pasaba hambre, pero el que quería salir tenía que pensárselo bien, porque se encontraría con otro país en guerra, esta vez a escala mundial.
Un saludo!!!
Mooola. Voy corriendo a poner el enlace.
Besos besantes enfermera, jejeje
Escribes más que bien Romudea.
Es cierto que fueron años complicados, todo lo vivido en la guerra, obligando a que luchasen hermanos contra hermanos, y lo que vno después tampoco fue mejor.
Besitos enfermera, yo ya volví, y tu??
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